En algunos cánceres casi se está alcanzando la cronificación, al disponerse de medicamentos que se pueden combinar entre sí y permiten reducir la enfermedad y mejorar la calidad de vida.Pero muchos de estos avances pueden valer de poco si se da crédito a una serie de falsas creencias, que inducen a cometer errores y descuidos, que pueden resultar nocivos e incluso letales:
1.-“Si no hay casos en mi familia, estoy a salvo”
FALSO: Aunque una alteración heredada a través de los genes es uno de los principales factores de riesgo para sufrir un tumor mamario, más del 80 por ciento de las mujeres que desarrollan el cancer de mama no tienen antecedentes en su familia. Es recomendable someterse a las revisiones ginecológicas periódicas, y practicarse mamografías cuando se superen los 40 años de edad.
2.-“La enfermedad la trasmite la madre, no el padre”
FALSO: No sólo las ramas femeninas de la familia pueden trasmitir alteraciones genéticas. También hay que tener cuenta el árbol genético del padre, porque las anomalías pueden proceder del ascendente masculino.
3.-“Hay que despreocuparse hasta la menopausia”
FALSO: Aunque las posibilidades de sufrir un cáncer de mama aumentan con el paso de los años, ello no significa que no pueda aparecer a cualquier edad. De hecho, una de las razones por la que los expertos destacan la importancia de la detección precoz es que esta enfermedad crece cada día entre el colectivo femenino más joven, cuando incluso puede ser más agresiva, debido a que la actividad celular es más intensa.
4.-“No puedo hacer nada por evitar la enfermedad”
FALSO: Además de las revisiones periódicas, se puede hacer bastante en el campo de la nutrición. Además de para prevenir los trastornos cardiovasculares y la diabetes, otra razón para mantener un peso adecuado es que después de la menopausia hay una mayor incidencia de cáncer de mama entre las mujeres obesas.
5.-“Tener los pechos pequeños me hace menos propensa”
FALSO: El tamaño de las mamas no tiene relación con la probabilidad de padecer un tumor. A cualquier mujer, independientemente de la talla de su sujetador, puede afectarla la enfermedad. Tampoco es cierta ni tiene base científica la creencia habitual de que los sujetadores, sobre todo los que llevan aros, dificulten la circulación de la sangre y la linfa en los pechos, aumentando la posibilidad de padecer este tumor.